Juan Casañas Miranda, nació en 1926 y hoy, ya con 84 años, sigue cosiendo sacos para los botes de Vela Latina. Desde muy joven, su ocupación principal fué la de coser los balones de prácticamente todos los equipos de fútbol de categoría regional de la isla de Gran Canaria. Todos los balones que se rompían o se picaban, terminaban en manos del bueno de Casañas, que tenía algún remedio para todos y cada uno de ellos.
En 1966 se embarca en el San José de Domingo Santana Cruz "el pelao", junto con su hermano (el de la corneta), con Minguito y otros viejos marineros de la época.
Recuerda con nostalgia la época de los botes en la playa de Alcaravaneras, donde todo era una gran familia. Mientras los hombres iban a regatear, toda la familia disfrutaba de un entretenido día de playa. Rememora con frecuencia las "fatigas" que se pasaban en la playa para echar el bote al agua, lastrarlo con la ayuda de la chalana, llevarlo a la base para ponerle el palo, subir la vela, etc. Aún así cree que aquellos años fueron de una gran familiaridad y de ayuda mutua entre todos los botes. Si un día algún bote necesitaba un palo o una palanca, entre los demás botes le buscaban una solución y se lo prestaban hasta que pudiesen hacer uno nuevo.
A lo largo de su vida en los botes ha navegado, además de en el San José, en el Porteño en varias épocas, Pepsi Cola, Alcaravaneras, Santa Catalina y Arenales.
Conserva en su memoria como anécdotas de su vida botera, entre otras, el domingo en que tuvo que ir en el Porteño, porque no tenía gente, en un Concurso de Fundación de la Ciudad y lo ganaron claramente, haciéndose con las placas de plata, y también el día que con el San José, que no le ganaba "ni al barco del arroz", le dió tremendo palizón al Condal, que tuvo que aplazar el alirón de Campeón de la temporada hasta la siguiente regata. ""Se quearon más rascao".
En la temporada 2000 navega por última vez en una regata oficial en el bote de su vida, el San José.
A Casañas le empiezan a pesar los años, en la actualidad tiene 84, pero ni los dolores de cintura, ni la torpeza de sus dedos, cada vez más artríticos, le impiden seguir colaborando con la mayoría de los botes cosiéndoles los sacos de lastre. Presume con orgullo de poseer aún una vista "como un chiquillo".
LA VERDAD QUE ES TODA UNA INSTITUCION EN EL MUNDO DE LOS BOTES,LASTIMA QUE SU TRABAJO NO SEA RECONOCIDO COMO EL DE OTRAS PERSONAS.CREO QUE SE MERECE YA UN HOMENAJE Y UN RECONOCIMIENTO POR PARTE DE LA FEDERACION.
ResponderEliminarMuchas felicidades por el artículo y por el blog. D.R.
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