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lunes, 5 de abril de 2010

VENI, VIDI, VICI


Hace unos días, en el muelle deportivo, un viejo amigo, botero de pro, me dijo que había algunas dudas sobre la frase "veni, vidi, vici" que se ha introducido este año en el escudo del Puerto de la Luz. En el ánimo de compartir una reflexión, tal vez por deformación profesional, quiero dedicar este pequeño espacio, en este humilde blog, al estudio de "la cosa".

La expresión veni, vidi, vici es del todo correcta y quiere decir, como todos ya saben, llegué, vi, vencí, es decir, que está en pasado y en primera persona.

Parece ser que el inspirador de este lema para el escudo del Puerto de la Luz, Miguel Angel Morales Taisma, quiso atribuirle cualidades humanas a un objeto, o sea, al bote. Es el bote el que habla y por eso está en primera persona. Esto es un recurso literario que se llama Personificación y que no es otra cosa que atribuir a objetos o animales alguna cualidad humana.

Sin embargo, si se quisiese decir del objeto, o sea del bote, que llegó, vió, venció, tendríamos que ponerlo en tercera persona (él) y deberíamos decir venit, vidit, vicit, para que las tres tengan concordancia en la persona. Por tanto el VINCI no cabe en ninguno de los casos, aunque no es menos cierto que, por deformación del lenguaje, que está vivo y sujeto a permanentes cambios, se suele escuchar "veni, vidi, vinci" o "vini, vidi, vinci", pero ninguno de los dos son correctos.

Por otra parte se escucha tambien que esta frase la pronunció Calígula y tampoco es correcto. Esta frase la pronunció César (Cayo Julio Cesar) como un Parte por el cual comunica al Senado la rapidez de su victoria sobre el rey del Ponto, reino situado al NE del Asia Menor y a orillas del Ponto Euxino (hoy llamado Mar Negro), en el año 47 antes de cristo. Por tanto se utiliza históricamente para expresar la facilidad o rapidez con la que se lleva a cabo una empresa, o se soluciona un problema.

Calígula, por tanto, no tiene nada que ver con esta frase, aunque fué, es cierto un gerrero peculiar. Calígula era aquel que gustaba de dormir junto a su caballo, al que tambien atribuía cualidades humanas, y del que se cuenta, entre otras anécdotas, que al ser un día visitado por el General le preguntó a éste si sería capaz de dar la vida por él, a lo que el general le contestó que "sí, por supuesto". Tras esta respuesta, Calígula le dijo al General que entregara su vida entonces. A continuaciuón, el General cumplió con su compromiso y se quitó la vida.

Volviendo a las distintas interpretaciones que se hacen de la frasecita famosa, no creo que en este asunto haya nadie equivocado a propósito, creo más bien que en ocasiones obviamos algunos matices que son los que, precisamente, diferencian o definen con más exactitud los conceptos.

Carpe diem: Goza del presente.

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